LOS REPRESENTANTES DE LA PHILLIPS EN CÚCUTA
Para empezar debemos situarnos en
los años de mitad del siglo pasado; la familia Mantilla Arenas y
específicamente los hermanos Mantilla, Luis Ernesto, Alipio y Jairo además de
Elsa, se habían afincado en la ciudad fundando unas empresas comerciales de
reconocido prestigio, en buena parte porque fueron ellos quienes trajeron la
representación de los afamados productos holandeses electrónicos de marca
Phillips; inicialmente los radios y radiolas pero también todo el aparataje
necesario para proveer los servicios técnicos que requerían dichos artefactos;
posteriormente cuando se inició la transmisión de las señales de televisión
ofrecieron los televisores. Es necesario recordar que la televisión que se veía
en la ciudad comenzó con los canales de Radio Caracas Televisión y Venevisión
que se captaban con las antenas aéreas, hoy prácticamente desaparecidas.
Casa Lema y Cía. Ltda. y Mantilla
y Cía. Ltda. y eran sus almacenes, ambos ubicados sobre la calle 10 uno en la
esquina de la avenida quinta y el otro dos cuadras más arriba en la esquina de
la séptima. Para asegurar el buen servicio y otorgar las garantías de sus
productos habían traído directamente de Holanda un técnico de la Phillips que aseguraba la
confiabilidad y la seriedad no sólo de los artefactos sino de la empresa en
general.
El señor Jos Leconte era el
técnico extranjero, de nacionalidad holandesa quien no dudó en venirse de las
frías tierras de los tulipanes a la cálida Cúcuta con toda su familia, esposa y
cuatro hijos y a fe que quedó prendado de esta tierra como muchos otros
foráneos que hicieron de ella su terruño y se quedaron para siempre. Hoy, su
descendencia se ha radicado en diferentes ciudades del país y se han casado con
nacionales extendiendo su prole y beneficiando de alguna forma nuestra
economía.
La prosperidad del negocio hizo
que se extendieran a las ciudades fronterizas de uno y otro lado de manera que
sendos almacenes se abrieron tanto en la ciudad de San Cristóbal como en
Bucaramanga. La industria radiofónica y los componentes que la integraban
estaba en pleno auge y las perspectivas presagiaban un brillante futuro dada la
escasa competencia y las posibilidades de adquirir algunos de esos productos
que la industria japonesa apenas comenzaba a fabricar.
En San Antonio del Táchira se
habían instalado varias familias japonesas de las que emigraron terminada la
segunda guerra mundial y que por miles se establecieron en países como Perú y
Brasil en Suramérica y en regiones como el Valle del Cauca en Colombia. A
Venezuela hubo poca migración oriental ya que en esos años predominaba la
población venida de Europa y que para los portugueses, italianos y españoles
constituía el “sueño americano”. De hecho en el censo realizado a mediados de los
años cincuenta durante el gobierno de Pérez Jiménez, la mitad de la población
estaba conformada por extranjeros en su mayoría de la nacionalidades antes
mencionadas.
Como decíamos respecto del avance
de la radiofonía y la electrónica en general, por estos años se conoció de un
invento que revolucionó estos dos conceptos como fue la aparición del
transistor. Los viejos aparatos de radio y particularmente todos aquellos de
transmisión o recepción de ondas estaban integrados por diodos o tubos
catódicos de vacío, por lo tanto voluminosos y generaban grandes cantidades de
calor, razones por las cuales eran complicados de manejar, de trasladar y de
manipular. Con la aparición del transistor que fue inventado en los Estados
Unidos pero excepcionalmente desarrollado en el Japón, todos los equipos de
radio, televisión y similares fabricados en Europa y Estados Unidos comenzaron
a caer en desuso y todos tuvieron que reconvertirse para poder adaptarse a la
nueva tecnología. Fue cuando hicieron su aparición empresas como SONY, SANYO y
demás japonesas que sacudieron los mercados, inicialmente con productos que los
consumidores consideraron de calidad inferior a los manufacturados en los
países industrializados pero que fueron imponiéndose a fuerza de su cultura de
calidad por ellos mismos establecida y luego exportada a las demás empresas del
mundo.
Pues bien, uno de los fundadores
iniciales de la SONY
o más bien uno de los inversionistas pioneros de la empresa fue el señor
Yonekura. Si, aquel viejito japonés que se quedó en San Antonio y que extendió
sus empresas por toda la ciudad fue el principal comprador de la compañía en la América Latina y que
desafortunadamente por la competencia y la falta de sucesión empresarial
desapareció del mercado. En su tiempo todos los equipos de la marca mencionada
que entraban de contrabando por esta zona del país tenían el sello Yonekura,
especialmente los radios tipo “panela” que fueron el producto de mayor difusión
hasta que aparecieron las imitaciones y ese mercado se dañó.
La ventaja que se dejó tomar la
compañía Phillips y sus similares como la General Electric , Telefunken y
demás, por las que posteriormente se transformaron en empresas mundiales fue de
tal magnitud que muchos de sus productos salieron del mercado y por ende los almacenes
que los distribuía o representaba y fue eso precisamente lo que sucedió con los
dos almacenes objeto de esta crónica.
Hoy la distribución, venta y
servicio de la mayoría de los productos electrónicos está en manos de los
grandes almacenes, llamados grandes superficies, y de cadenas especializadas en
el ramo. Definitivamente la especialización se impuso.