martes, 1 de septiembre de 2015

FIESTAS CONJUNTAS COLOMBO VENEZOLANAS

Fiestas conjuntas colombo venezolanas
NOTA DEL AUTOR:
Aprovechando la actual coyuntura, originada por el cierre de la frontera, situación inédita, aún en las peores circunstancias dictatoriales del pasado, recordaré a mis lectores, algunos sucesos de cuando las relaciones con nuestros vecinos eran cordiales.

Antes de que se asentara la democracia plena en los dos países del norte de Suramérica, las expresiones de amistad y colaboración entre ambas eran frecuentes y las reuniones que se programaban revestían el mayor esplendor y se desarrollaban dentro de los términos de aprecio más sinceros. La siguiente crónica, es uno de los ejemplos más claros de este ambiente de convivencia y confraternidad que se vivía por esos tiempos no tan lejanos.
Un ejemplo más claro no puede exponerse que el sucedido el día de la celebración del aniversario de la Batalla de Boyacá en Cúcuta en el año 56. El lugar, los cuarteles del Batallón Santander en el sitio denominado El Resumen, que era un inmensa hacienda al sur de la ciudad, parte de la cual se cedió a la Nación para instalar allí las tropas del Ejército Nacional. Dicen las noticias que la celebración de ese día resultó “imponente y espléndida” y a ella asistieron, el gobernador del departamento Gonzalo Rivera Laguado en compañía de todos los secretario del despacho, toda la oficialidad del Batallón No. 15 Santander al mando del Teniente Coronel José de Jesús Guzmán Aldana, el comandante de las Fuerzas de Policía (que era como se llamaba a la Policía Nacional entonces) capitán Luis A. Godoy con todos sus oficiales, el Contralor Departamental Enrique Arámbula Durán, el alcalde (en esos momentos era Alcalde Mayor) Isidoro Duplat y sus secretarios, el Cónsul General de Venezuela Nicolás Cárdenas Ruiz y numerosos y distinguidos invitados así como los alumnos de los planteles educativos de la ciudad con sus estandartes y bandas marciales y el personal de tropas del ejército y la policía. Estos eran los representantes por Colombia al celebérrimo acto, mientras que por el gobierno y las autoridades de Venezuela asistieron, el gobernador del Estado Táchira Antonio Pérez Vivas, los comandantes y principales oficiales de la Fuerzas Armadas de Venezuela, acantonados en las poblaciones fronterizas de San Cristóbal y San Antonio, así como el Jefe de la Sección Política del Táchira Luis Andrés Rugeles acompañado del Cónsul de Colombia en San Cristóbal el señor Rodríguez Garavito. También asistieron los directores de los principales diarios del Estado Táchira, como también los corresponsales de la prensa  caraqueña.
En estas festividades patrias, el batallón Santander aprovechó la ocasión para dar al servicio la magnífica “Plaza de Armas” que recién se había construido gracias al empeño y al entusiasmo puesto por su comandante el coronel Guzmán Aldana, que en este día en particular ofrecía un bellísimo aspecto con todos los planteles y las tropas convenientemente colocados y en perfecta formación. Como era de esperarse en un evento de esta categoría y bajo la coordinación de la milicia, el programa se cumplió con estricta puntualidad y exactitud. El programa comenzó con la izada del pabellón nacional, con los respectivos honores a la bandera, luego se procedió a la celebración de la Santa Misa. Acto seguido se cumplió la ceremonia de inauguración del busto del Libertador Simón Bolívar, obsequiado por la Fuerzas Armadas de Venezuela, encabezadas por su comandante en jefe Marcos Pérez Jiménez, ya ascendido a general. La estatua cuyo bronce fue descubierto por el cónsul general de Venezuela en la ciudad Nicolás Cárdenas Ruiz, pronunció un sentido discurso en el que destacó, en nobles palabras de confraternidad colombo venezolanas, “la exaltación de la obra que vienen cumpliendo los presidentes Pérez Jiménez y Rojas Pinilla y de justiciero reconocimiento de la inmensa tarea cumplida por Bolívar y Santander”. Al terminar su discurso hizo la entrega formal del monumento al comandante del batallón quien delegó en el mayor Álvaro Paredes, segundo comandante, la tarea de agradecer al pueblo de Venezuela, a sus fuerzas armadas y a su gobierno, el valioso obsequio que acababan de hacerle a su patria y que aquel gesto “sería en todas horas un símbolo estimulante de unidad, comprensión y de fraternales esfuerzos por la permanente solidaridad y grandeza de las dos naciones hermanas y de todos los pueblos de América que Bolívar libertó y estructuró como países soberanos.” El discurso del mayor Paredes se constituyó en una hermosa lección de historia patria para los asistentes, toda vez que se extendió sobre la obra cumplida por los héroes de la gran jornada emancipadora, obra que había que cuidar y defender como patrimonio sagrado, habida consideración de su culminación redentora que significaron los triunfos en las batallas de Carabobo, Boyacá, Junín, Pichincha y Ayacucho.
A continuación, se realizaron los actos protocolarios militares como fueron, en primer lugar, el desacuartelamiento del contingente que había terminado sus labores castrenses, a los cuales el comandante les recordó a los nuevos reservistas, “su vinculación permanente a los cuarteles y con sus jefes en servicio de la patria” y estimularlos a continuar por el sendero del bien, a capacitarse para contribuir con sus esfuerzos al mejoramiento de su país.
Igualmente, durante este acto, se realizó la ceremonia de ascenso al grado de Cabos, de los soldados que habían decidido continuar la carrera militar de suboficiales, a quienes el mismo comandante felicitó “porque han sabido rendir un esfuerzo superior en las prácticas militares y en el cumplimiento del deber.” Inmediatamente después se procedió a la entrega de los diplomas correspondientes y a la colocación de las insignias a los nuevos militares ascendidos por parte de los gobernadores del Norte de Santander y del Estado Táchira, Rivera Laguado y Pérez Vivas respectivamente y de los altos mandos militares de ambos países.

Terminados los actos magistrales en la Plaza de Armas, todos los asistentes fueron gentilmente atendidos en el salón de recepciones del Batallón No. 15 Santander, donde sirvieron copa de champaña y un bufé de alimentos ligeros. De estos episodios conjuntos, donde se exteriorizaban los acontecimientos que habían sido realizados colectivamente entre los dos países, sólo queda el recuerdo y uno que otro monumento con sus frases grabadas en el frío mármol y olvidadas por las generaciones actuales.

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