El monopolio que ejercía “La Compañía ”, como se le
llamaba confianzudamente a la Colombian
Petroleum Company, sobre todas las actividades, resultado de
la economía de enclave que se había generado en torno a la explotación
petrolera, más por las condiciones de aislamiento de la ubicación de los pozos,
que por las características propias de las operaciones; resultaba asfixiante
para muchos, pues el control afectaba prácticamente todos los aspectos de la
vida cotidiana.
Aunque “La Compañía ” cuidaba de
todos sus trabajadores y les garantizaba un nivel de vida superior al de sus
mortales vecinos y conciudadanos, algunas prácticas resultaban contrarias a las
costumbres o por lo menos, a lo que muchas personas consideraban eran de uso
común y frecuente entre ellos. En todos los aspectos materiales, “La Compañía ” había
categorizado a sus trabajadores en tres grupos claramente diferenciados,
obreros, técnicos y directivos. Cuando decíamos en una crónica pasada que se había
propiciado la construcción de barrios enteros en la ciudad, para el alojamiento
y disfrute de los trabajadores de la empresa petrolera y mencionamos a los
barrios Colsag y Colpet, también era necesario mencionar que bajo el concepto
de esta agrupación se había definido el lugar que cada uno debía ocupar dentro
de la estructura habitacional de sus hogares. Así pues, puede verse aún hoy en
día, que el Colsag, por ejemplo, tiene dos zonas claramente diferenciadas,
tanto por ubicación como por la calidad y el diseño de las viviendas. Las casas
situadas, digamos que más cercanas al centro de la ciudad, eran más grandes y
espaciosas, de mejor diseño y con servicios acordes a la importancia de sus
habitantes, pues eran las entregadas a los directivos. Más al oriente, es
decir, más cerca del río, estaban las viviendas de los técnicos, más sobrias y
pequeñas pero igualmente cómodas. Al principio, muchos de los técnicos eran
extranjeros, principalmente norteamericanos, pero a medida que fue pasando el
tiempo, mediante el entrenamiento y la capacitación que fueron adquiriendo los
locales, sus labores se fueron transfiriendo al personal colombiano y éstos
fueron reemplazándolos. Por otra parte, el barrio Colpet era el sitio escogido
para albergar a los obreros; las casas eran cómodas y lo suficientemente
amplias para alojar, no sólo a los operarios sino a toda su familia, que por lo
general era numerosa.
En los campamentos, los
alojamientos y demás instalaciones tenían la misma “estratificación”, los había
para cada uno de los tres grupos; las habitaciones, los baños y comedores
tenían cada una sus características y condiciones de uso y ¡ay! de quien se
atreviera a saltarse la norma. Aún hoy, en muchas empresas e instituciones esto
sucede, hay lugares como comedores, baños y el general instalaciones para
obreros y para directivos, para soldados, para suboficiales y para oficiales,
para estudiantes y para profesores y así otros muchos etcéteras.
Era tan estricto el control que “La Compañía ” ejercía, que
incluso la alimentación era intervenida; para los obreros, la ración consistía
casi invariablemente de carne y papa, mientras que los otros dos grupos tenían
opciones más diversas, eso sí, todas de excelente calidad y en porciones
generosas. Los obreros, que por lo general, eran de extracción humilde y
campesina consideraron que el arroz era indispensable en su dieta diaria, que
les hacía falta y que en definitiva, una comida sin arroz no era comida; por
esta razón, reclamaron. La protesta fue más por la discriminación que por la
comida, pues en los otros campamentos, la de los técnicos y de los directivos
no solo les daban arroz sino que les variaban el menú. Algo parecido recuerdo,
sucedió con unos empleados de Ecopetrol en Barranca cuando protestaron, hace
unos años porque no les dieron, en el desayuno… melocotones!!! Pero siguiendo con la crónica, este hecho
desencadenó la primera huelga de la región. Apenas comenzaba a conformarse el
movimiento sindical en Colombia que había hecho su aparición en las huelgas de
las bananeras en el Magdalena y logrado algunos triunfos en Barranca, cuando en
el año 1933 los obreros de la Texas
Petroleum Company reivindicaron algunos derechos que la
compañía extranjera no quería reconocerles.
Ante el hecho de fuerza que los
trabajadores presentaron, “La
Compañía ” reaccionó militarizando las instalaciones de los
campamentos de Petrolea y suprimiendo la comida, ante lo cual, los trabajadores
recurrieron a los colonos de la zona para abastecerse de los alimentos, hecho
que fortaleció el movimiento puesto que “La Compañía ” presumía que los trabajadores cederían
sus pretensiones cuando se vieran sin el sustento necesario para resistir. Los
colonos colaboraron con los obreros pues tenían serios resentimientos contra la
petrolera debido a las notorias diferencias por cuanto se aprovechaban de la
presencia de los trabajadores para obtener recursos con la venta de sus
productos, lo que no gustaba a “La
Compañía ” por la pérdida de poder que esto le generaba. Esta
acción produjo como resultado, a instancias de los trabajadores petroleros, la
conformación de la primera organización campesina del país, en 1934.
Aunque la “huelga del arroz” duró
poco tiempo, sirvió de marco para el comienzo de los conflictos entre los
trabajadores y la empresa petrolera que benefició y contribuyó
significativamente a la formación del mercado local y al desarrollo de las
áreas rurales de la comarca. Constituido ya el sindicato de trabajadores
petroleros o sindicato de la
Colpet , como fue conocido, éste se dedicó a presionar por una
equitativa distribución de los excedentes en la economía local y nacional, en
lugar de transferirlos al exterior como hubiera sucedido a no ser por la
coacción ejercida. Hoy se reconoce que buena parte del desarrollo económico de
la región se originó en la defensa que de los intereses nacionales se realizó,
tanto por parte de “La
Compañía ” como de sus trabajadores. Mientras esto sucedía,
Tibú se erigía sobre las ruinas de los bohíos más importantes de los motilones,
que habían sido destruidos para instalar en su lugar el campamento de la Colpet y el centro de
operaciones de la construcción del oleoducto Tibú Coveñas y a su alrededor, no
sin oposición, aún violenta de “La
Compañía ”, se fueron instalando colonos y comerciantes que
permitió minar el monopolio que ejercía sobre el abastecimiento. Tibú fue
inicialmente, una tienda donde, además de mercancías, se vendían,
desobedeciendo órdenes expresas de “La Compañía ”, licores y música; posteriormente, como
es lo usual en estos casos, aparecieron las mujeres y a su alrededor se fue
formando el pueblo.
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