sábado, 10 de mayo de 2014

EL RESTAURANTE DON M

EL RESTAURANTE DON “M”
A finales de los años cuarenta y comienzos de los cincuenta del siglo
pasado se estableció en la ciudad un ciudadano francés quien
constituyó en compañía de su esposa el Hotel El Lago. Dicho
establecimiento funcionó donde hoy se encuentra el edificio
Agrobancario. Era una casona como las de esa época, de estilo
español, colonial, sevillano con un patio o jardín central coronado con
una fuente con surtidor, de forma rectangular, amplios corredores por
los cuatro costados. Las habitaciones, amplios salones y el servicio de
restaurante eran ofrecidos a los turistas que visitaban la ciudad y a
los propios cucuteños que por esa época comenzaban a presentir el
futuro venturoso que se avizoraba con el desarrollo de la industria
petrolera venezolana y las grandes inversiones de las compañías
norteamericanas.
Aimé Girard a quien la gente conocía como “Don M” por su
pronunciación francesa, era el dueño del hotel y restaurante
mencionado. El negocio fue propicio hasta mediados de los cincuenta
cuando su esposa Marcelle falleció victima de un caso de tétanos.
Don Aimé era uno de los tantos franceses que en la primera mitad del
siglo veinte deambularon por los países del norte de Suramérica,
especialmente por Venezuela y Colombia. ¿La razón? Francia había
establecido una isla prisión en su posesión americana de la Guayana
francesa (hoy departamento de ultramar) conocida como la Isla el
Diablo; los pocos quienes purgaban su pena no eran repatriados y
quedaban a su suerte, otros que lograban fugarse no podían regresar
por razones obvias, así que la mayoría, con nombres cambiados
decidieron comenzar una nueva vida en esta región del mundo.
Agobiado por la desaparición de su esposa y al parecer por ser quien
llevaba las riendas del negocio, don M decidió vender el hotel y
refugiarse en un negocio más pequeño, para pasar una vejez más
tranquila en el corregimiento de El Escobal a unos pasos de la
frontera con Venezuela al cual bautizó con su nombre, “Restaurante
Don M”. En 1957, a través de un amigo mutuo le ofreció en venta el
restaurante a Esteban Raynaud en ese momento chef del prestigioso
Club Unión de Medellín. Esteban había sido contratado en 1952 para
inaugurar el grill-restaurante del Hotel Nutibara en la época de las
construcciones de los grandes hoteles de Colombia, Tequendama,
Nutibara, El Prado, El Caribe, Tonchalá, etc. por don Hernán Botero
cuya familia aún hoy es la dueña del Nutibara.
Ilusionado como muchos por las perspectivas que la ciudad ofrecía
aceptó la propuesta e inició una nueva etapa ahora como empresario
dueño de uno de los pocos restaurantes que había en Cúcuta. Muy
pronto le imprimió su sello característico con los platos de la cocina
francesa, para muchos desconocidos y los aperitivos que en esa
época había que traerlos de Venezuela –de contrabando por
supuesto- toda vez que no era sino atravesar el río Táchira, a pie ya
que no existía puente. El cognac Hennessy, Martel y V.S.O.P, los
vinos Dubonnet y Saint Raphael eran los favoritos de los comensales.
De otra parte, el whisky no tenía problemas de adquisición puesto
que numerosas casas distribuidoras los ofrecían sin mayores
inconvenientes y buena parte de los productos de rancho y
salsamentaria eran adquiridos en el salón Blanco de don Miguel
Saikali. Lo más complicado era la compra de los lechones con los que
se elaboraba la deliciosa lechona (no la tolimense sino el cochinillo
como se le conoce en Europa), había que dedicar un día de la semana
para recorrer los pueblos vecinos, el Zulia, Los Patios y Villa del
Rosario en la camioneta del negocio con un voceador “¡¡¡compro
marranos!!!”, gritaba a todo pulmón, para conseguir los diez o doce
que se necesitaban.
El restaurante Don M fue el centro de las tertulias, las reuniones
políticas, las visitas presidenciales y ministeriales – escasas en ese
tiempo- eran de obligada asistencia. Los gobernadores y alcaldes
eran comensales frecuentes, tal vez más atraídos por la locuacidad y
el acento característico de don Esteban que por las viandas como
tales. Allí se realizaban comités y juntas y se discutían negocios.
Recuerdo particularmente uno, el de la venta del lote donde se
construyó el Centro Agrobancario, por que el vendedor, Pastor
Ontiveros, exhibía el cheque de la venta girado por el Banco Cafetero
y aunque no recuerdo la cantidad sí me impresionó ver un cheque
con tantos ceros. Posteriormente Pastor Ontiveros construyó, con
parte de ese dinero su casa de habitación en la calle 19 junto al
Molino Cúcuta y frente a las que posteriormente fueron las nuevas
instalaciones del Colegio Calasanz. Por esos años, la única casa en
esos contornos; aún hoy existe y es habitada por sus descendientes.
Siguiendo con las anécdotas, algunos años más tarde una compañía
americana de exploración petrolera instaló una torre de perforación
en el lote frente al restaurante, exactamente al frente del hoy colegio
Padre Variara. Al comando del proyecto estaba el ingeniero alemán
Peter Zahn Winter quien años más adelante, enamorado, se radicaría
en nuestra ciudad y desarrollaría una próspera actividad en su campo
de la ingeniería y otras actividades que si la providencia nos lo
permite narraremos consecuentemente.
Cúcuta, agosto 2009
GERARDO RAYNAUD D.

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